9.February.2022

Por qué la «música clásica» no es solo música clásica

Por Margaret Jones

Probablemente tengas a «ese» amigo: el que es capaz de hablar durante horas de las sutiles diferencias entre los subgéneros del mismo tipo de música. Tal vez seas ese amigo. En cuanto rascas la superficie de cualquier género musical, descubres montones de opiniones sobre lo que cataloga a una banda determinada en un cajón o en otro, aunque sus influencias varíen enormemente.

La música clásica se enfrenta al mismo problema. Mucha gente, cuando piensa en música clásica suele hacerlo, a grandes rasgos, en música orquestal, de cámara y operística. Pero lo que consideramos música «clásica» hoy en día cubre más de 1000 años y, en cuanto a su sonido, sus destinatarios y sus intérpretes, tiene una historia mucho más rica y diversa de lo que puedas imaginar.

Las primeras formas de lo que hoy llamamos «música clásica» empezaron a surgir en el siglo IX y se convirtieron en lo que denominamos canto gregoriano. Son las primeras canciones escritas. A lo largo de los siglos siguientes, los compositores construyeron sobre ese sistema añadiendo armonías y, eventualmente, acordes. Aunque el sistema de notación aportaba cierta unidad, la música sonaba diferente en función de dónde, cuándo y por qué se hubiera creado. Una canción medieval sonaba totalmente diferente de la polifonía del Renacimiento tardío.

Beatriz de Día (que compuso entre 1175 y 1212) es una de las primeras compositoras cuya obra sobrevive. «A Chantar» es una canción trovadoresca, destinada al entretenimiento de una corte real, y es la única de sus canciones que sobrevive intacta.

«Spem in Alium» (1570), de Thomas Tallis, se compuso con 40 partes distintas para otros tantos cantantes. Juntas, crean una oleada sonora que fluye y refluye a medida que los cantantes entran y salen. Se escribió, en parte, como expresión de la riqueza y el poder de la corte de la joven Isabel I.

En el periodo barroco (de 1580 a 1750, aproximadamente) tenemos la obra de pesos pesados europeos como Johann Sebastian Bach, Antonio Vivaldi, George Frederic Handel y Alessandro Scarlatti, que ayudaron a codificar la ópera. Las estructuras cobraron importancia durante esta era. La música se escribía en tonalidades específicas y la música polifónica con múltiples melodías simultáneas creaba composiciones de gran densidad.

BWV 1080, de Bach, aquí interpretado por Cameron Carpenter, ejemplifica la fuga barroca, con varias melodías que se entrelazan hasta acabar por resolverse.

El término «clásico» también se refiere a un periodo específico, aproximadamente entre 1750 y 1820, lo que abarca las obras de W. A. Mozart y Joseph Haydn, así como las primeras composiciones de Ludwig van Beethoven, entre otros. El estilo de esta época buscaba la simetría y la proporción. Construía sobre algunos de los desarrollos del siglo anterior y superponía melodías de gran virtuosismo sobre una progresión de acordes de acompañamiento.

Tras unas fanfarrias iniciales, escucha los violines en el primer movimiento de la sinfonía n.º 41 en do mayor de Mozart, «Jupiter» (1788). La melodía gira sobre los acordes que laten por debajo, interpretados por el resto de la orquesta.

Alrededor de la primera década del siglo XIX comenzó a producirse un cambio estilístico. Los compositores, en especial Beethoven, comenzaron a tejer sinfonías enteras a partir de ideas rítmicas, no melódicas, lo que dio paso al periodo romántico de la música clásica, que abarca aproximadamente desde 1820 hasta 1900.

Saltando de 1788 a 1808, Beethoven crea todo un movimiento a partir del patrón rítmico «corto-corto-largo» en su 5.ª sinfonía, Op. 67. ¡Veinte años pueden suponer una gran diferencia!

A lo largo del siglo XIX, algunos compositores buscaron un mayor dramatismo. Músicos como Giuseppe Verdi y Richard Wagner escribieron óperas que requerían elaborados decorados y vestuarios, y que terminaron convirtiéndose en la inspiración de los productores y compositores del Hollywood del cine mudo y la era dorada. Más entrado el siglo XX, algunos músicos vanguardistas rompieron los límites del sonido de los instrumentos orquestales e incorporaron armonías más densas y electrónica con la que interactuaban los músicos en directo.

Olly Wilson (1937-2018) compuso la pieza «Sometimes» para un cantante tenor y una cinta magnética que distorsionaba una quejumbrosa interpretación del espiritual afroamericano «Sometimes I Feel Like a Motherless Child», de modo tal que se producían extraños sonidos percusivos e inquietantes chirridos de cuerdas.

Como sucede con cualquier género musical, familiar o desconocido, siempre hay más para explorar, y el peligro de hacer demasiado amplio un género es que puede resultar difícil comprender qué hace única cada una de sus subdivisiones. Con los modernos servicios de streaming y unas tiendas de discos bien organizadas, es más fácil acotar los géneros dentro de la llamada música «clásica», aunque también ayuda tener una idea general de dónde te estás metiendo. Cuando escuches música nueva, pregúntate cómo suena y qué la hace diferente. Cuanta más atención prestes, más cosas oirás.

Margaret Jones es multinstrumentista, compositora y profesora de música. Vive en Oakland (California). Toca la guitarra en varias bandas locales, incluido el proyecto con sus propias canciones M Jones and the Melee. También tiene un doctorado en Historia de la Música por la UC Berkeley y ha impartido clases en el San Francisco Conservatory of Music.

«Sheet Music», de Ri Butov, se utiliza con licencia de Pixabay.

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